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martes, 19 de enero de 2016

4 - Remedios para la enfermedad inflamatoria pélvica


La enfermedad inflamatoria pélvica es la consecuencia más frecuente y más grave de la infección por enfermedades de transmisión sexual en las mujeres.
Las mujeres sexualmente activas entre 15 y 25 años son las que tienen un mayor riesgo de presentar enfermedad inflamatoria pélvica. La enfermedad también puede producirse, aunque con menos frecuencia, en personas con relaciones sexuales monógamas.
Las consecuencias más graves de la enfermedad inflamatoria pélvica son un aumento del riesgo de infertilidad y embarazo ectópico.
Para comprender la enfermedad inflamatoria pélvica, es útil conocer las bases de la inflamación. La inflamación es la respuesta del organismo a microorganismos que causan enfermedad (patógenos) . La parte del cuerpo afectada presenta tumefacción debida a acumulo de líquido en el tejido o enrojecimiento debido a una acumulación excesiva de sangre.
Puede aparecer una secreción (pus) formada por glóbulos blancos y tejido muerto. Después de la inflamación, se forma un tejido cicatricial gracias a la proliferación de las células productoras de fibras (fibrosis).
La enfermedad inflamatoria pélvica puede utilizarse como sinónimo de los siguientes términos:
• Salpingitis (inflamación que afecta a las trompas de Falopio).
• Endometritis (inflamación de la mucosa interna del cuerpo del útero).
• Abscesos tuboováricos (abscesos en las trompas y los ovarios).
•Peritonitis pélvica (inflamación del interior de la cavidad abdominal que rodea los órganos reproductores femeninos).
Diversos factores pueden afectar al riesgo de presentar enfermedad inflamatoria pélvica:
• Edad. La incidencia de enfermedad inflamatoria pélvica es muy alta en las mujeres jóvenes y disminuye con la edad.
• Incidencia. La incidencia de la enfermedad es entre ocho y diez veces mayor entre las mujeres que no son de raza blanca.
 • Nivel socioeconómico. La mayor incidencia de enfermedad inflamatoria pélvica en mujeres con pocos recursos socioeconómicos se debe, en parte, a la falta de información y de acceso a la atención médica.
 • Contracepción. El aborto provocado, la utilización de un DIU, la falta de uso de métodos anticonceptivos durante la regla, como los preservativos, y las duchas vaginales se asocian con un mayor riesgo de enfermedad inflamatoria pélvica.
 • Estilo de vida. Las conductas de riesgo, como el abuso de drogas y alcohol, el inicio precoz de las relaciones sexuales, el número de parejas sexuales y el consumo de tabaco se asocian a un mayor riesgo de presentar enfermedad inflamatoria pélvica.
 • Tipos de prácticas sexuales. Las relaciones sexuales durante la menstruación y las relaciones sexuales frecuentes ofrecen más posibilidades para la entrada de microorganismos patógenos en el interior del útero.
 • Enfermedades. Entre el 60 y el 75% de los casos de enfermedad inflamatoria pélvica se asocian con enfermedades de transmisión sexual. Un episodio previo de enfermedad inflamatoria pélvica aumenta las posibilidades de presentar infecciones subsiguientes.
Las dos principales enfermedades de transmisión sexual son las producidas por gonococo y Chlamydia irachomatis. El principal signo de infección por gonococo (gonorrea) es un flujo vaginal de moco y pus.
A veces, las bacterias procedentes del colon que se encuentran normalmente en la cavidad vaginal viajan hacia arriba e infectan a los órganos genitales femeninos superiores. En la mayoría de casos, las infecciones por Chlamydia provocan síntomas leves.
Normalmente, el cuello uterino produce un moco que actúa como barrera para evitar la difusión de microorganismos que causan enfermedad e impedir que penetren en el útero y suban hacia las trompas y los ovarios. Esta barrera puede ser superada de dos formas. Un microorganismo transmitido sexualmente, en general un único germen, invade las células de la mucosa, las altera y penetra a su través.
Otras formas por las que los microorganismos penetran incluyen los traumatismos y las alteraciones del cuello uterino. El aborto espontáneo o inducido, y la utilización de dispositivos intrauterinos son situaciones que alteran o debilitan las células normales de la mucosa, haciéndolas más susceptibles a la infección, generalmente por varios microorganismos. Durante la menstruación, el cuello uterino se ensancha y puede permitir que los microorganismos entren en la cavidad uterina.
Evidencias recientes sugieren que la vaginosis bacteriana, una infección bacteriana de la vagina, puede asociarse a enfermedad inflamatoria pélvica. La vaginosis bacteriana se origina por un desequilibrio entre los microorganismos normales de la vagina debido, por ejemplo, al exceso de irrigaciones. Cuando el equilibrio se altera, se favorece el crecimiento de bacterias anaerobias, que crecen en ausencia de oxígeno libre.
Suele existir un flujo importante. Cuando además de bacterias anaerobias existe un trastorno, como menstruación, aborto, relación sexual o parto, estos microorganismos pueden entrar en los órganos genitales superiores.
La historia más común de enfermedad inflamatoria pélvica es el dolor pélvico. Sin embargo, muchas mujeres con la enfermedad tienen síntomas tan leves que pasan desapercibidos.
En la salpingitis aguda, una forma frecuente de enfermedad inflamatoria pélvica, la inflamación de las trompas de Falopio causa dolor a la exploración física. Suele existir fiebre. Los abscesos pueden producirse en las trompas, los ovarios y la cavidad pélvica de alrededor. La secreción puede pasar a la cavidad peritoneal y producir peritonitis, o los abscesos pueden romperse causando una emergencia quirúrgica que pone en peligro la vida de la paciente.
La salpingitis crónica puede aparecer después de una crisis aguda. Tras la inflamación, se producen cicatrices y adherencias, que originan dolor crónico y menstruaciones irregulares. Debido a la obstrucción de las trompas por tejido cicatricial, las mujeres con salpingitis crónica tienen un riesgo elevado de presentar un embarazo ectópico. El óvulo fertilizado es incapaz de viajar por la trompa de Falopio hacia el útero y se implanta en la propia trompa, el ovario o la cavidad peritoneal. Este trastorno también es una emergencia quirúrgica capaz de poner en peligro la vida de la paciente.
La utilización de dispositivos intrauterinos (DIU) se ha asociado de forma importante con la aparición de enfermedad inflamatoria pélvica. Se pueden introducir bacterias en el interior de la cavidad uterina durante la inserción del DIU, o éstas pueden viajar a través del cordón del dispositivo por el cuello uterino hasta el útero. El tejido uterino de alrededor muestra áreas de inflamación, lo que aumenta su susceptibilidad a los microorganismos.
Si se sospecha una enfermedad inflamatoria pélvica, el médico debe hacer una historia clínica completa y realizar una exploración pélvica interna.
Otras enfermedades que pueden producir dolor pélvico, como apendicitis y endometriosis, deben descartarse. Si la exploración pélvica revela la presencia de dolor en esta región o dolor en el cuello uterino, existe una elevada probabilidad de que se trate de una enfermedad inflamatoria pélvica.
El diagnóstico específico de la enfermedad inflamatoria pélvica es difícil de hacer porque los órganos reproductores superiores son difíciles de alcanzar para obtener muestras. El médico puede obtener muestras directamente del cuello uterino para identificar los microorganismos responsables de la infección. Dos pruebas sanguíneas ayudan a establecer la existencia del proceso inflamatorio. Una proteína C reactiva (PCR) positiva y una elevación de la velocidad de sedimentación globular (VSG) indican la presencia de inflamación.
El médico puede obtener líquido de la cavidad que rodea a los ovarios; este líquido se examina directamente para buscar la presencia de bacterias o se cultiva. El diagnóstico de enfermedad inflamatoria pélvica también puede realizarse mediante una laparoscopia; esta prueba es una técnica cara y un procedimiento invasivo que supone algún riesgo para el paciente.
Es importante observar que la terapia alternativa de la enfermedad inflamatoria pélvica debe ser complementaria del tratamiento antibiótico y ayudan a la persona a luchar contra la enfermedad y aliviar los síntomas dolorosos asociados con la enfermedad inflamatoria pélvica.

Remedios populares

Remedio para la enfermedad inflamatoria pélvica #1: Consumir alimentos ricos en vitamina C como las frutas cítricas, kiwi, etc., preferiblemente en jugos naturales recién hechos.  Éstos, al igual que los remedios antiriores, refuerzan la función inmune y ayudan al organismo a luchar mejor contra la infección.

Remedio para la enfermedad inflamatoria pélvica #2:  Usar remedios homeopáticos como  el Apis mellifica, Arsenicum álbum, belladona, Magnesia phosphorica y Mercurius vivus.

Remedio para la enfermedad inflamatoria pélvica #3: Hervir una taza de agua por 5 minutos y, pasado ese tiempo, retirar del fuego y verter 1 cucharada de sello de oro.  Tomar una taza al día.  Este remedio trambién ayuda a fortalecer el sistema inmunológico.

Remedio para la enfermedad inflamatoria pélvica #4: Aplicar compresas calientes con aceite de ricino en la parte baja del abdomen durante unos 20 minutos. Se recomienda repetir este remedio cada día durante siete días.

Recomendaciones

Evitar la actividad sexual. Tanto la paciente como su pareja deben tratarse en caso de enfermedad inflamatoria pélvica. También deben evitar la actividad sexual hasta que sus infecciones estén completamente erradicadas.

Acudir a sesiones de acupresión (aplicar presión sobre puntos específicos) aumenta el flujo sanguíneo en la enfermedad inflamatoria pélvica, reduce el dolor y favorece la salud general.

Reposar en cama. Las pacientes deben descansar y reducir la actividad física para ayudar al cuerpo a recuperarse más rápidamente.

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