Si
echamos un vistazo al mercado de ordenadores personales, podemos encontrar
seis grandes categorías. Sobremesa y portátil son los principales y
originales bloques de los que han ido escindiéndose el resto: del primer grupo,
surgieron los MiniPCs y los Todo en Uno, mientras que del
segundo lo hicieron los notebooks y, en cierto modo, las
pujantes tabletas. Con todos ellos, podemos disfrutar de contenido
multimedia, entretenernos con videojuegos, trabajar con aplicaciones ofimáticas
y, por supuesto, navegar por Internet.
A la hora de decantarnos por una u otra familia, debemos valorar nuestras
necesidades reales de movilidad y las capacidades de ampliación que
ofrece cada una, además de la potencia disponible. En todas ellas, hay
características para todos los gustos y tipos de usuario, pero a grandes rasgos
esos son los tres factores que debemos valorar.
Delicadeza en el diseño
En el caso de los All in One, tenemos como principal ventaja su
indiscutible atractivo estético y lo sencillo que resulta organizar nuestro
entorno de trabajo, pues por lo general apenas tendremos que enchufar más que
el cable de alimentación. Esta armonía los convierte en la opción ideal para
uso de cara al público o como centro de entretenimiento para salas de estar y
dormitorios, ya que con ellos podemos llegar a reemplazar incluso al televisor.
Por el contrario, su mayor handicap es la capacidad de ampliación (sobre todo
si se compara con la de los de sobremesa). Todos los componentes se hayan
«escondidos» tras la propia pantalla, con lo que apenas hay espacio para añadir
nuevo hardware y, por regla general, nos vemos limitados a la mera sustitución
de RAM y disco duro, como sucede con los portátiles
Sus orígenes se remontan a la década de los 80 de la mano
de Apple, que por aquel entonces ya apostaba por este tipo de máquinas y que
dio con el modelo de referencia por excelencia con su primer iMac en 1998.
Desde entonces, los pesos pesados de la informática han ido poco a poco
incorporándolos a sus catálogos y el diseño se ha ido estilizando más si cabe.
Pero dejemos la historia y centrémonos en qué podemos esperar de ellos hoy en
día.
Si nos fijamos en el tamaño de pantalla, hay mucho donde escoger: desde el punto de partida que marcan los modelos de 21,5” hasta las majestuosas 27” de la gama alta, pasando por las 23 y 24” (los formatos más habituales). En este sentido, los paneles LED con resolución de 1.920 x 1.080 píxeles son la tónica general, con lo que la alta definición se convierte en prácticamente una exigencia. En algunos casos, también podemos encontrarnos con dispositivos que ya incorporan tecnología 3D y, de especial valor de cara a la llegada de Windows 8, interacción táctil. No obstante, ambas características suelen repercutir sensiblemente en el precio final, por lo que en nuestra mano queda otorgarles prioridad o no.
Por otra parte, para hacer honor a su nombre, la sintonizadora de TV integrada es un extra que no debería faltar, aunque siempre podemos adquirir una en formato externo que conectar a un puerto USB más adelante. Y al hilo de este aspecto, la posibilidad de manejar nuestro equipo con un mando a distancia es otra baza a tener en cuenta, algo que con la enorme versatilidad que ofrecen los teléfonos de última generación está al alcance de nuestra mano (sin ir más lejos, tanto en iOS como en Android disponemos de multitud de aplicaciones que facilitan el control remoto mediante Bluetooth).
Adiós a los cables
El All in One perfecto debe partir de la premisa de prescindir de los cables. Cuanto menos engorrosas sean las conexiones, mejor. De ahí que la conectividad WiFi y Bluetooth, ya de por sí interesantes en cualquier ordenador, sean aquí algo irrenunciable, aunque la segunda no es ni mucho menos algo generalizado (por suerte, siempre podemos recurrir a receptores externos, de tamaño minúsculo y fácilmente ocultables).
Precisamente, en cuanto a puertos, lo habitual es que los encontremos agrupados en la parte trasera de la pantalla y dispongamos de un par más en uno de los laterales. Lo preferible es que al menos alguno de ellos sean del tipo USB 3.0, que posibilita velocidades de transferencia hasta diez veces mayores que las de USB 2.0 y son plenamente compatibles con sus antecesores. Si no, al menos deberían disponer de FireWire, e SATA o Thunderbolt para aquellos casos en los que precisemos de la mayor rapidez de flujo de datos (por ejemplo, para conectar cámaras de vídeo de alta definición).
Si nos fijamos en el tamaño de pantalla, hay mucho donde escoger: desde el punto de partida que marcan los modelos de 21,5” hasta las majestuosas 27” de la gama alta, pasando por las 23 y 24” (los formatos más habituales). En este sentido, los paneles LED con resolución de 1.920 x 1.080 píxeles son la tónica general, con lo que la alta definición se convierte en prácticamente una exigencia. En algunos casos, también podemos encontrarnos con dispositivos que ya incorporan tecnología 3D y, de especial valor de cara a la llegada de Windows 8, interacción táctil. No obstante, ambas características suelen repercutir sensiblemente en el precio final, por lo que en nuestra mano queda otorgarles prioridad o no.
Por otra parte, para hacer honor a su nombre, la sintonizadora de TV integrada es un extra que no debería faltar, aunque siempre podemos adquirir una en formato externo que conectar a un puerto USB más adelante. Y al hilo de este aspecto, la posibilidad de manejar nuestro equipo con un mando a distancia es otra baza a tener en cuenta, algo que con la enorme versatilidad que ofrecen los teléfonos de última generación está al alcance de nuestra mano (sin ir más lejos, tanto en iOS como en Android disponemos de multitud de aplicaciones que facilitan el control remoto mediante Bluetooth).
Adiós a los cables
El All in One perfecto debe partir de la premisa de prescindir de los cables. Cuanto menos engorrosas sean las conexiones, mejor. De ahí que la conectividad WiFi y Bluetooth, ya de por sí interesantes en cualquier ordenador, sean aquí algo irrenunciable, aunque la segunda no es ni mucho menos algo generalizado (por suerte, siempre podemos recurrir a receptores externos, de tamaño minúsculo y fácilmente ocultables).
Precisamente, en cuanto a puertos, lo habitual es que los encontremos agrupados en la parte trasera de la pantalla y dispongamos de un par más en uno de los laterales. Lo preferible es que al menos alguno de ellos sean del tipo USB 3.0, que posibilita velocidades de transferencia hasta diez veces mayores que las de USB 2.0 y son plenamente compatibles con sus antecesores. Si no, al menos deberían disponer de FireWire, e SATA o Thunderbolt para aquellos casos en los que precisemos de la mayor rapidez de flujo de datos (por ejemplo, para conectar cámaras de vídeo de alta definición).
En cuanto a salidas de vídeo se refiere, algunos modelos
nos permiten conectar pantallas externas para ampliar nuestro escritorio o disponer
de dos áreas de trabajo, e incluso hay equipos que pueden funcionar de forma
independiente como monitor sin tan siquiera tener que arrancar el sistema
operativo. Otro aspecto a valorar es la calidad de los altavoces integrados.
Prácticamente todos vienen con sonido incorporado; pero, si preferimos hacerlo
externo, tenemos salidas y entradas de audio a nuestra disposición. Por último,
hay que atender a la ergonomía. Para garantizar la mayor comodidad de uso
posible y sentirnos cómodos a la hora de interactuar con nuestro All in One, el
que la peana pueda inclinarse o ajustarse en altura es fundamental. Así,
obtendremos el mejor ángulo de visión posible y, en el caso de los modelos con
pantallas táctiles, podremos utilizarlos sin caer en una mala postura.
Glosario de términos
- · USB 3.0, FireWire, e SATA, Thunderbolt: A la hora de conectar un periférico a nuestro ordenador, los puertos USB son la estrella indiscutible. Recientemente, este estándar ha pasado de la especificación 2.0 a la 3.0, multiplicándose por diez el ancho de banda disponible (hasta 400 Mbytes/s). Hasta su llegada, la alta velocidad pasaba por FireWire y e SATA, cuya popularidad es notablemente menor. Por su parte, Intel y Apple ostentan el récord con su tecnología Thunderbolt, que permite hasta 20 Gbytes/s bidireccionales (su precio y su escasa disponibilidad son la otra cara de la moneda).
- · HDMI, DVI, DisplayPort, VGA: Los tres primeros son sistemas de conexión de vídeo digitales, mientras que el último es analógico y ofrece, por tanto, menor calidad final.
- · LED: Light-Emitting Diode o diodo emisor de luz. Las pantallas basadas en esta tecnología forman la señal RGB mediante retroiluminación, con lo que consumen menos energía y reflejan mejor los colores.
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